Dejarte ir
Cuento basado en poema
Dejarte ir…
Admiro su rostro,
sin perder el tiempo, como si fuera la última vez que lo voy a ver. Sus ojos
que me intimidan, su pelo rubio que siempre guste acariciar y su cuerpo que
siempre guste abrazar.
Salgo de la
habitación junto a él para dirigirnos a la cocina y así disfrutar otro momento
juntos.
Mientras
esperamos que el agua este lista, simplemente nos abrazamos, en silencio,
disfrutando de la compañía del otro, como si estuviéramos acercando a una
despedida.
Nos sentamos en
el comedor y, con música de fondo, comenzamos a hablar de nuestro día a día
hasta que tocamos aquel tema que no quería que llegue.
-
¿No
sentís esa extraña sensación? –Comenta él.
-
¿Cuál?
–Respondo yo.
-
De
que no queres que termine esto, esta conexión que tenemos. Sinceramente no
quiero alejarme, aunque deba hacerlo.
-
Sabes
que, si queres, no lo hagas. No cortemos esto tan lindo que tenemos. Si nos
hacemos bien el uno al otro, ¿Por qué dejarlo? –Agrego para dar por finalizada
la conversación.
Entre tema y
tema, notando una pequeña incomodidad y dificultad para que fluyamos en el
ambiente, lentamente me acerco hacia él y, después de sentarme en sus piernas,
lo acerco hacia mi pecho para abrazarlo mientras acaricio su cabello y le doy un
beso en la frente.
Noto, al sentir
una humedad en el costado de mi remera, que comienza a llorar en silencio,
acariciándome la espalda y repito su acción, largando todo lo que venía
conteniendo hace rato.
Separarme de él
me cuesta y mucho, admito que veníamos en declive desde hace varios meses pero
recorriendo todo el camino que hicimos juntos, me niego rotundamente a esta
decisión. Nos conocimos hace 6 años, de casualidad en una fiesta, a través de
un amigo en común, y después de intercambiar varias palabras, continuamos
hablando por celular y comenzamos a vernos, sin querer despegarnos y notando
una cierta conexión que otros no nos sucedía.
Tal vez todo fue
muy rápido, tal vez debíamos esperar más tiempo, tal vez debíamos conocernos más
para dar este paso tan importante. Pero ambos sentíamos que no teníamos nada
que perder, que ya habíamos resignado mucho por no animarnos a hacer cosas que
nos hacía bien. Tal vez si sabíamos que íbamos a llegar a esto no sucedía nada,
o hubiéramos actuado de otra forma para cuidarnos mutuamente.
El destino, quizás,
en otro momento nos una nuevamente. Capaz este no era el momento adecuado o
capaz sí, pero no supimos manejarlo. Los dos aprendimos mucho del otro, los dos
nos llevamos enseñanzas y experiencias, los dos sabemos dónde nos equivocamos y
los dos lo aceptamos, tratando de transformarlo para bien. A veces dejar ir
algo que, de alguna forma, te hace bien cuesta y duele durante el proceso, pero
sabes que al final del mismo, tomaste la decisión correcta para vos mismo y es
un obstáculo más que lograste superar para continuar con tu vida.
Comentarios
Publicar un comentario